Llegó la fecha límite en que esperabas haber realizado algún sueño y no lo lograste. Entonces, es probable que te invada una serie de incómodos sentimientos de frustración, desánimo y culpa.
Quizá sientas enojo porque se fue el tiempo y no sólo no obtuviste lo que deseas, sino que sabes que, por muy temprano que te hayas levantado este día, en unas cuantas horas es, humanamente imposible, lograr construir aquello en lo que debiste trabajar a lo largo de varios días, semanas, meses o años.
Entonces, puede ser que dejes caer los hombros, encorves la espalda y apoyes la frente en las manos ocultando tu rostro como queriendo esconderte del mundo entero. Perfecta posición para sentirte sin ánimos y bloquear tus acciones y pensamientos positivos.
Sabes que no te esforzarte lo suficiente, sabes que no hiciste ni siquiera lo necesario. Estás consciente de que en muchas ocasiones preferiste dejar a un lado lo que tenías que hacer, por actividades más placenteras, cómodas o tentadoras. Sabes que fue tu decisión, tu indisciplina y falta de compromiso. Te sientes culpable y eso te puede provocar más enojo, depresión y te castigas renunciado a tus sueños.
Si estás aprendiendo, no estás fracasando.
Ahora sabes que si realmente deseas algo, debes ponerte en acción con disciplina, constancia y pasión. Deberás tener un plan, una ruta que te lleve al destino que quieres y, obviamente, trabajar día a día tu proyecto lo más apegado posible a lo que has planeado. Es posible que de vez en cuando debas hacer una pequeña pausa para ajustar la ruta, y eso está bien. Puedes cambiar la ruta pero no el destino. Si realmente deseas algo, renunciar no es opción.
Es absurdo querer lucir una figura perfecta y estar en tu peso ideal, pero pasar los días comiendo comida chatarra mientes ves televisión o te pierdes en las redes sociales.
Tú puedes ser, hacer o tener lo que te propongas. Empieza por creer que puedes lograrlo y mereces tenerlo. ¡Imagina que ya está hecho! Levanta la frente, endereza la espalda y “vive” todas las sensaciones que esto representa en ti, el olor, el color, incluso el sabor.
Si tu plan anterior no te funcionó o si ni siquiera tenías un plan, es momento de tomar papel y lápiz y trazar tu nuevo plan. Es momento de comprometerte de verdad contigo mismo y actuar con disciplina. Anula los pretextos, elimina las distracciones, no vuelvas a dejar lo que debes hacer para “luego”.
Eres el arquitecto de tu destino porque tú lo diseñas… Tú también eres el constructor y el dueño.
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