Es típico que cuando incurrimos en alguna falta busquemos cómo justificarnos.
Somos realmente astutos e ingeniosos para encontrar la razón que nos llevó a fallar, pero no con la intención de evitarlo en el siguiente intento, sino para ser disculpados, y a veces hasta para victimizarnos.
Algunos ejemplos:
– ¿Por qué fuiste infiel?
– Porque mi pareja no me atiende o no me entiende.
– ¿Por qué eres alcohólico?
– Porque sufrí mucho en la infancia.
– ¿Por qué eres tan cruel?
– Porque la gente ha sido mala conmigo.
Es tan común señalar a otros como los culpables de nuestros errores, que hasta caemos en el absurdo de “humanizar” a los objetos.
– ¿Por qué tiraste la sopa?
– Porque el estúpido plato me quemó la mano!!!
Es momento de aceptar que la responsabilidad de lo que hacemos es nuestra y de nadie más. No es culpa de los padres, ni de los vecinos, ni de la pareja, ni del gobierno, ni del clima, ni de la paloma que pasó volando sobre nuestra cabeza…
Si bien es cierto que hay circunstancias totalmente ajenas a nuestro control, como una lluvia inesperada, la manera en que reaccionemos es una elección absoluta y exclusivamente personal. Tú tienes la libertad de decidir cómo actuar ante cada evento… ejercer esa libertad es responsabilidad tuya.
Una conocida historia que expone claramente la manera en que culpamos a otros y que podemos ser tan soberbios como para incluso culpar a Dios es la siguiente:
Cuando Dios le pregunta a Adán por qué comió del fruto prohibido, el hombre responde:
– La mujer que me diste por compañera me dio del fruto de ese árbol, y yo comí.
Adán pudo haber aceptado su falta y ya… pero prefirió justificarse diciendo que la culpa fue de la mujer… de esa mujer que Dios le dio… luego entonces, ¡está diciendo que la culpa es de Dios por haberle dado esa mujer!
Y cuando Dios cuestiona a la mujer, ésta le responde:
– La serpiente me engañó y yo comí.
Quizás sea el momento de “dejar de culpar a la serpiente” y empezar a asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Sólo así estaremos en la posición correcta para actuar de la manera adecuada.
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